martes, 4 de febrero de 2014

Fundamentos y carencias de los estudios culturales

Surge un problema al hablar de la industria cinematográfica en térmicos de industria cultural. Un claro ejemplo de industria cultural sería Hollywood. Sin embargo parece que la concepción de Adorno y Horkheimer nos habla de una caída de los objetos artísticos en meras mercancías. ¿Cómo hablar de una caída de algo que desde un inicio se ha realizado como mercancía? ¿Cómo darle una categoría de “arte” a este soporte semiótico cuando su nacimiento está completamente ligado al capitalismo?
María Luengo Cruz nos dice que la escuela de Frankfurt tiene la presuposición de ser racional-colectivista (es decir: racional, se refiere a los enfoques que consideran “que la cultura responde mecánicamente a fuerzas externas”; colectivista, se refiere a los enfoques que consideran que “los patrones culturales proceden a los hábitos culturales del individuo”). Considera que el ámbito cultural se ve completamente afectado por el mercado. Que “las formas populares no fluían ya del alma de la obra; por el contrario, venía impuestas desde afuera, “a modo de estampa”, según la utilidad y valor de cambio de los productos.” No sólo se habla del valor de la obra de un modo monetario como si fuera un producto sino que la misma realización de la obra se ve afectada por la producción a gran escala. “La cultura de masas representa el punto de degradación al que ha llegado el arte sometido al mercado. La estructura de la sociedad capitalista transforma por completo la cultura en consumo.”
En el cine de Hollywood nos encontramos con una narración que ya ha sido trabajada. Ha sido usada tanto “a modo de estampa” que todas pueden reducidas a un muy simple esquema narrativo, del cual no existirían variantes sustanciales entre una obra y otra. El valor del film ya está dado de antemano por las casas productoras y por las casas de distribución en un juego donde lo más relevante es cuanto se va a invertir y cuanta ganancia habrá.
Frente a este objeto de consumo, nos encontramos con el cine de arte. Si uno presenta entretenimiento, el otro nos traerá placer estético. Para la teoría crítica el objeto de entretenimiento es una degradación del arte impuesta por el mercado. Así tenemos que el entretenimiento será considerado como algo peyorativo. Uno de las razones que permite esta crítica tiene que ver con qué objeto salió primero y cuál es el derivado. Por lo que el derivado será juzgado con los criterios con los que ha sido propuesto el primero. También, el primero es trabajado directamente, mientras el segundo es una copia hecha por máquinas. La copia es copia de un molde que por sí no tiene más valor que el de tener la posibilidad de repetir.
Si los dos cines salen más o menos en la misma época o si ni siquiera el cine de arte se puede escapar de la lógica comercial, ¿cómo es que se puede llegar a privilegiar alguno? Si pensamos en el objeto se puede llegar a privilegiar al de arte, ya que el cine de entretenimiento es una copia. Pero ni siquiera en esto podría darse un valor positivo a alguno, ya que incluso una obra de arte es una copia de otras obras que la preceden y que sólo gracias a ellas es posible su existencia. (Pero hay que ver cómo son este tipo de copias, qué tan burdas son.)
Otro lado por donde buscar es en el lado del espectador. ¿Qué es lo que busca el espectador en cada tipo de cine? En uno un entretenimiento el cual sería expedito. Sólo existe en el momento que sucede, más allá de él no hay nada. En el otro sería una especie de detenimiento. ¿Está lógica del tiempo de la recepción dónde queda? ¿El tiempo de la recepción está en el de la obra o en el receptor? ¿Cuáles son las presuposiciones de los receptores ante la película sabiendo que es mercancía o que arte?

Vemos que las concepción de Adorno y Horkheimer que tiene del Arte y de los objeto de entretenimiento no pueden ser aplicados al cine. En otros objetos artísticos puede ser aplicado, pero sólo funcionaría si uno se pone al principio y es considerado como el original, y el segundo como el dependiente. Una de las aportaciones de estos teóricos es que toman en cuenta el contexto de realización de la obra, su vinculación con la máquina político-social y nos permite ver cómo es que los objetos se transforman. Sin embargo presenta limitantes, ya que uno de los términos es usado en sentido peyorativo y no tiene independencia respecto al primero.

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