Umberto Eco nos dice
que la condición de la existencia de un texto es su actualización, la cual se
realiza en el lector. Este actualización no se refiere solamente a la simple codificación
de los símbolos escritos lo cuales se pronuncian como determinados fonemas,
sino también a la actualización de su enciclopedia en el momento de la lectura
y al relleno de lo no dicho. Esto no dicho está a nivel de la expresión y
se llena en el contenido.
Cualquier texto, hay
que recordar que en este momento de su texto Eco nos habla de todo texto
escrito, “postula la cooperación del lector como condición de su actualización”,
“deberá prever un Lector Modelo capaz de cooperar en la actualización textual
de la manera prevista por él y de moverse interpretativamente, igual que él se
ha movido generativamente.” Este Lector es un dispositivo textual que hace
funcionar de cierta manera el texto (y al cual, parece decirnos Eco, el lector
real debe apegarse.)
Existen dos tipos de
textos: abiertos y cerrados. Ambos están construidos con la intención de que
algún lector los actualice. Tampoco prescinden de la estrategia textual que es
el Lector Modelo. La diferencia se debe al grado de apertura con respecto a la
cantidad de interpretaciones posible de actualización que puede tener un texto,
siendo ambos términos los polos. Esta división y el postulado del Lector Modelo
respetan al texto. Eco no estudia cuando de “un texto puede hacer el uso que se
quiera”, sino aquella que lo respeta, por lo que no estudiaría al lector real.
El texto abierto se
define como aquel donde se “ampliará y restringirá el juego de la semiosis
ilimitada, según le apetezca [al autor]”, a diferencia del texto cerrado el
cual lleva al lector a “estimular un efecto preciso.” Mientras el texto abierto
pone más espacios no dichos y juega
con la afirmación de que “la competencia del destinatario con coincide
necesariamente con la del emisor”, el cerrado hace todo explícito y trata de
igualar amabas competencias.
Un ejemplo de texto
abierto es el Diccionario Jázaro de
Milorad Pavic. Es abierto porque se le permite al lector leerlo de distintas
formas, por lo que cada forma diferente de leerlo actualizaría un sentido. Esta
novela se construyó como novela-diccionario. Son tres los diccionarios y el
autor nos dice que se puede leer de inicio a fin como cualquier otra novela o
se puede empezar por una entrada del diccionario e ir a otra según lo quiera el
lector (cualquier otra) o comenzando la novela por la ultima entrada y leerla
hasta la primera. Eco se pregunta si el texto (en general) es un rompecabezas o
una caja de colores. En una entrada de esta novela un demonio pinta y dice que él
no compone, que él sólo pone los colores y es el trabajo del espectador formar
la imagen. Luego postula una novela donde fuera el lector quien creara la
figura. Este texto a pesar de ser una caja de colores, es muy abierto, no deja
de tener un Lector Modelo (pues para Eco no podría existir texto sin él.) La
apertura que permite esta novela está dada porque se puede empezar y seguir por
cualquier lado del libro. Así, la composición de la trama en la cabeza del
lector se dará por diferentes pasos, sin embargo la trama al final tendrá que
ser la misma al término de cada lectura. (Eco al hablar de Finnegans Wake nos dice que su “Lector Modelo, es el operador capaz
de realizar al mismo tiempo la mayor cantidad de estas lecturas cruzadas”.)
Un ejemplo de texto
cerrado es cualquier instructivo o un texto especializado. Hay que recordar que
Eco en este punto habla de cualquier texto escrito. Estos tipos de textos
tratan de ser los más explícitos para que no haya confusiones en el lector.
Nadie quiere que las instrucciones para armar un escritorio sean complicadas.
En los textos de contenido especializado se hace uso de un metalenguaje para
que no haya ninguna confusión. Este metalenguaje lo hace es que no permite
pensar al término de otro modo.
En la novela de Pavic
también hay instrucciones al lector. (Pavic construye la mayoría de sus novelas
de forma diferente, en todas hay instrucciones al lector.) No me refiero a las
instrucciones que ya mencioné más arriba. Las anteriores instrucciones se referían
a las formas en que se podía abordar el texto. Estas, a las que me referiré en
este párrafo, instrucciones son más específicas y deben seguirse al pie de la
letra, al menos así parecen platearse y se refieren al día, modo y condición de
leerse la obra. Pues esta novela según el autor debería leerse cuando uno se
sienta inteligente, en el mes de marzo y después de comer, pues ya llenado el estómago
no existe preocupación, y cuando se termine de leerla hay que ir a la pastelería
del centro los miércoles en la tarde a comentarla con el ejemplar del otro
sexo1. Estas indicaciones podrían referirse al lector ideal. Sin embargo no creo
que muchos lectores hagan caso de ellas. Si llegara a darse el caso entonces el
Lector Modelo se estaría actualizando completamente en la realidad y sería un
lector ideal. La poca probabilidad de seguir estas instrucciones me hace pensar
que una de los cosas que postula esta novela es la imposibilidad de apegarse
completamente al texto, de ser el Lector Modelo.
1 El Diccionario Jázaro tiene dos ediciones, una masculina y una
femenina. La masculina debe ser leída por hombre y la femenina por mujeres.
Existe una diferencia en las ediciones. Al terminar de ser leída el lector debe
buscar los miércoles en la pastelería al lector del sexo opuesto y discutir con
él sobre la variación que existen en las dos ediciones.
Bibliografía:
Pavic, Milorad. Diccionario Jázaro: novela léxica en 100000 palabras. Bercelona: Anagrama, 2000.
Eco, Umbero. "El lector modelo" en Lector in fábula: la cooperación interpretativa del texto narrativo. Barcelona: Lumen, 1993.
Revisado.
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